Monday, November 20, 2006

MAGDALENA EN EL SUPERMERCADO



Magdalena arrastra el carro por el pasillo de las bebidas. Fanta para los niños. Cerveza para el marido. Jugo para ella. Un dolor monumental corona su cabeza. Lleve dos y pague uno. La compra del mes siempre ha sido una tragedia. Que el presupuesto. Que las ofertas. Que esa maldita manía de ahorrar peso a peso.

Esta tarde sólo sabe un par de cosas: Hoy es el día de las verduras y mañana el de la carne.

Suena el celular de Magdalena frente al pasillo de los alimentos dietéticos. Es Antonio (el otro, el patas negras). La peor pesadilla de Jaime (su marido, el hombre para toda la vida). Antonio le dice que quiere terminar. Que se dio cuenta que ama a otra mujer (soltera, más joven, sin hijos) Una niña, una perra, una puta que no sabe cuanto cuesta un litro de leche. Eso se lo dice a él mientras un reponedor baja el precio del queso laminado (Antes $800 Hoy $700. Lo llevo).

Una lágrima cae, a pesar que todos saben que es políticamente incorrecto llorar en un supermercado. Pero esta vez, Magdalena no aguanta más. Suelta el carro con rabia. Contra una pirámide de arvejas en conserva.

Ruido infernal que llama la atención de las mujeres/clientes. Ruido infernal que hace llorar a los niños/clientes. Ruido infernal que espanta a los hombres/clientes. Rudio infernal que rompe la rutina de un supermercado cualquiera.

Ahora Magdalena levanta la cabeza. Rodeada por curiosos en la entrada y salida del pasillo de abarrotes. Nadie hace nada. Nadie dice nada. Un estricto silencio entre las paredes de un concurrido supermercado.

De pronto, un vértigo de imágenes: Ofertas-Antonio-Promociones-El marido-2x1-Sus niños-Tarjeta de descuento-litro de leche-puta joven-kilo de tomates. Todos juntos y revueltos en la frágil cabeza de la pobre Magdalena, quien es juzgada por decenas de ojos consumidores. Esta vez, se pregunta, quién lanzará la primera piedra.

Friday, March 03, 2006

TENGO MIEDO




Tengo miedo. Don Arturo me dijo que tuviera ojo con los derechos de autor de estos miserables cuentos.

Al principio no le di importancia (quién sería capaz de robarme estas historias? Milli Vanilli? El señor Rosasco? La señora de Zurita?)

Pero luego de una espantosa pesadilla, sentí miedo.

Y si alguien se hacía famoso a costa de mi trabajo?

Y si alguien viajara por el mundo, visitando ferias de libros, hoteles 5 estrellas, a costa de mi torpe pluma?

Por lo tanto anuncio a los escasos visitantes de mi blog, que suspendo cualquier publicación hasta no saber bien como diablos los puedo proteger.

Gracias y buenas días para algunos y buenas noches para otros.

Monday, February 20, 2006

TRECE





La blusa ajustada. La falda recta. Los zapatos de charol impecables. Ante todo dignidad. Frente a la vida. Frente a la muerte.

Con sus manos toma la cuerda (sus manos parecen de hombre). Lentamente hace el nudo. Como si tuviera todo el tiempo del mundo. La palabra suicidio es una orgía de eses y heces.

La pieza está ordenada. Una carta para el papi. Una para la mami. La última para el profe. Nada de lágrimas. Nada de angustia. Nada de nada. No sabe bien por qué lo hace:

a) Hoy amaneció triste.

b) La menstruación siempre fue un misterio.

c) Juan no la quiere.

d) Las matemáticas son una mierda.

e) Todas las anteriores.

El nudo está listo. El cuello está firme.

Morir es un asunto complicado. Sobre todo para una niña de 13 años. El 13 siempre fue el número de la mala suerte.

Mira hacia arriba. Mira hacia abajo. Hacia arriba queda el cielo. Hacia abajo el mundo. Salta.

Profundidad amarilla. Profundidad.

Wednesday, January 18, 2006

LOCA DE PUEBLO




El papá. La mamá. El hijo. La trilogía familiar que espera el bus de regreso en una calle de provincia.

El equipaje: 2 bolsos, una pelota y una bolsa de chilenitos.

El Bus: Pullman. Climatizado. TV. Velocidad controlada.

La hora de salida: 17:45.

La hora de llegada 19:30.

Inicio: Quilpué.

Destino: Santiago.

El papá conversa con la mamá. Un collage de temas familiares y dominicales. Mientras, el niño, pelota en mano, mira embobado la bolsa de chilenitos. Los dulces agitan su estómago y cada uno de sus deditos.

Algunos pasajeros llegan con más maletas, más hijos, más conversaciones familiares dominicales. De pronto, se escuchan las palabras que hieren. Un tengo hambre, tengo hambre que quiebra el perfecto equilibrio del alegre sonido ambiente.

Es Lalo. La loquita sucia del pueblo molestando otra vez. Ese error de Dios que todos los pasajeros en tránsito (ex provincianos, orgullosos capitalinos por adopción, que visitan a los perdedores, a los familiares que nunca encontraron la puerta de salida) quieren olvidar. La incomodidad general que parte en las nucas, baja por los cuellos, recorre las espaldas. El niño esconde sus pastelitos. La mamá hace que no ve. El papá baja la mirada.

Vuelve el peor recuerdo del pueblo: La loquita es de aquellas loquitas que escoge su comida en los tarros de basura del mejor barrio de la ciudad. La loquita es de aquellas loquitas que se acuestan con los últimos borrachos del bar "El Campeón".

La loquita es de aquellas loquitas que van dejando fetos en los mismos tarros de basura del mejor barrio de la ciudad. El tengo hambre ahora se dirige hacia la familia. El niño, avergonzado, esconde los pastelitos tras la pelota. La loquita mira la bolsa de chilenitos y el niño mira la baba amarilla que cae de la boca de la mujer. Asustado, suelta la bolsa y corre tras los brazos de su padre. Sin pensarlo dos veces, la loquita se abalanza sobre los dulces. La mamá corre con la cara asqueada. La loquita en cuatro patas devorando su presa.

PASAJEROS CON DESTINO A SANTIAGO, DIRIGIRSE AL ANDEN 5… Todos hacia el Pullman. Aliviados de escapar de la loquita del pueblo. El niño mira por última vez sus pastelitos desparramados por el suelo. La loquita se limpia la boca. Ahora tiene ganas de culiar.

Sunday, November 13, 2005

REWIND




Como un perro rabioso. Muere en el baño. Se desmaya. Se duermen los brazos. Flaquean las piernas. Se nubla la vista. Tose sangre. Se ahoga. Tose. Le falta el aire. Su palidez lo asusta. Se mira al espejo. Lo primero que hizo fue tener miedo y luego ganas de fumar. Recuerda la radiografía con el veredicto implacable. Entra al baño. Vuelve a caminar. Tose de nuevo. Es cosa de tiempo Al final el cigarro siempre gana. Se detiene frente al escritorio. Una vez tosió 28 minutos seguidos. A duras penas camina por el pasillo. Se levanta tosiendo. Sabía que esta noche iba a llegar. Comienza a transpirar. Tose. Se toma el jarabe. El doctor le dijo que tenía “pulmones inmaduros”. Busca el jarabe. 4:32 am. Mira la hora. Tos seca, tos de perro, tos tos. Es la tos de todas las noches. Tose de nuevo. Enciende la pequeña lámpara del velador. Se despierta escuchando el rugido de su pecho. Tose.

Saturday, October 29, 2005

LA MICRO



Se sienta a mi lado. La micro está casi vacía y se sienta a mi lado.

Bajo el volumen del walkman y cruzo los dedos. Me quedan muchas avenidas y eso me pone contento.

Miro de reojo. Jeans ajustados. Polera amarilla. Zapatillas negras El movimiento de la micro juega a mi favor. La culpa es de la máquina. No de la rodilla.

Se toca el pelo. Una dos tres veces. Es un signo diría la Carola.

Quiere culiar sentenciaría el Mono. Ni lo uno, ni lo otro. Sólo tenía ganas de tocarse el pelo.

Sube un vendedor ambulante. Sube otro. Y otro. Me ponen nerviosos. Sin querer queriendo, alteran el juego seductor de la locomoción colectiva.

Ahora me toca la rodilla. Ahora yo le toco la rodilla. Este amor nace a punta de rodillazos, pienso.

La micro frena. Todos hacia adelante. Todos hacia atrás. Voltea para mirarme. “Que susto”, dice. “Eh” le digo. Silencio. Silencio idiota. Pierdo uno cero.

Me hago el desentendido. Miro las calles pasar por la ventana. También miro sus piernas por el reflejo. Sé que le gusto. Quiero irme al ataque.

Volteo la cara. “Eres linda”, le susurro en sus oídos. “Si sé”, me dice. Que vergüenza. Dos cero.

Subo el volumen del walkman. Canción llorona v/s tráfico endemoniado. Empate técnico.

Me habla. No la escucho. Mueve sus labios. No la escucho. Me habla más fuerte. No quiero escucharla. Paf!!. Me saca los audífonos a manotazos.

“Tú mamá dice que aquí se bajan”. Vieja de mierda. Pierdo por goleada.

Tuesday, October 18, 2005

ME ENCANTA TODO ESO






Roberto es casado, sin hijos. Vive en Maipú.

Tiene tarjeta Presto, Paris, Falabella, Ripley, Banefe y BCI.

Se compró su casita, tiene su autito, le gustaría realizar un viajecito.

La semana pasada fue elegido el empleado del mes. Su jefe le dice que es un privilegiado. Que no existen los sueños imposibles. Que el cliente Mc Donald siempre tiene la razón. Aparentemente Roberto es un tipo normal. Y feliz. Por lo menos así lo cree el sicólogo de la empresa, su supervisor directo y el Payaso Ronald.

Lo que nadie sabe es que Roberto odia las papas fritas, los mc combos y los sundae de chocolate.

Que se ducha cada noche más de 30 minutos para sacarse el olor a fritura.

Porque Roberto, aunque nadie lo sepa, tiene problemas: Su mujer lo engaña con el vecino. Su padre tiene cáncer. Nunca podrá tener hijos. Se masturba pensando en su prima Celeste. Una vez pensó incendiar el local. A veces le dan ganas de sumergir su cabeza en el aceite hirviendo. Fue él y no Gutiérrez quien introdujo el alfiler en la hamburguesa del niño que casi estiró la pata y que provocó conmoción nacional (1 millón costó el silencio del niño).

Cierto. Nadie lo sabe y nadie lo sabrá. Porque Roberto es un tipo reservado. Que no anda ventilando sus problemas a diestra y siniestra. Como la loca Ramírez o el marica del Sergio.

Porque todos creen que llegó a la empresa hacer carrera. A ganarse todos los títulos de empleados del mes. A conquistar el famoso sueño americano.