Thursday, September 22, 2005




Adictos al miedo. Se miran tras las sombras de la gente en la micro una tarde en primavera. Escapando del colegio, siete horas en la calle, abrazados y solos frente a la puta ciudad. Abrumados de sonrisas. Sin nadie a quien responder

.Maria tenia 15 y Jose 17. Se escaparon en la mañana de clases. Mirenlos ahí. En todas las esquinas de santiago. Ahí se llenan de saliva, se cambian de ropa en el Kentucky de Plaza Italia (entrando al baño de hombres y mujeres, respectivamente) y tienen el dia libre. Sus padres no lo sabran. Sera un secreto a voces entre sus amigos. Un cuento escrito con Lapiz mina que se borrara cuando se peleen y no se quieran ver mas.

Todas las tardes de cimarra son nubladas, aunque haya sol. Panico a encontrarse con algun pariente. No hay recuerdos nunca mas. Solo miedo y ganas de ir al baño. Por eso buscan estar juntos frente al frio que no existe a las 3 de la tarde. Los ancianos les sonríen.

Por eso, escapando de sus conciencias, han recorrido en la 375 de ida y vuelta unas 3 veces. Al lado del camino, se sientan a esperar algo que los haga respirar y retornar a la infelicidad acostumbrada: todas las tiendas han sido visitadas. Como las discusiones con papa y mama. Y ese autobús de nuevo los obliga a tomar otra vuelta y manosearse de nuevo entre esas viejas pacatas y perdidas entre pretextos que jamas les regalaran felicidad.

Maria sonrie. Jose se delata. No existe el colegio. Tienen mas aire en el pecho que de costumbre.Vuelven a su casa. Se vuelven a llamar.

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